La ropa sucia se lava en casa y otros poemas confinados

agosto 28, 2020
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LA ROPA SUCIA SE LAVA EN CASA

 

[yo quería escribir otra hueá

                              otra volá

 no una tesis

buaaaaaaaaaa

        buaaaaaaaaa

           buaaaaaaaaaaa]

 

hay ropa que puede pasar una semana

sin lavarse

hay ropa que se puede lavar

todos los días

todo el resto queda echado al olvido

no recuerdo lo que creí

verso brillante

en los azulejos del baño

quizá solo era un idea

engrupida y grandilocuente

 

desfiles de autores varoniles

creando viendo contando

                         su percepción

hablan todo el rato de sí

los autores varoniles

¿hablan los autores?

hablan de patriarcado

en holgada carne propia

quienes no son

autores igual de viriles

de carne enjuta

de carne no holgada

hablan

gruesa lengua terrosa

hablan autores varoniles

de carne enjuta

de holgada carne

hablan de patriarcado

en carne propia

           hombres escritores

           vanidosos

                   hombres escritores

llenos de palabras reproductivas

                              representativas

tan fuertes y brillantes

hablar del patriarcado está de moda

           hablan valientemente 

      los autores varoniles

                        viriles

                        elegantes

                      de canon moda centro margen

hombres vanidosos

           contando como autores varoniles

         su verdad patriarcalizada

su lengua varonil

acusa y cercena

los autores hablan sin cesar de hombres

como hombres

hablan de mujeres

hablan de norma

hablan de amor

de todo saben algo

           los autores varoniles

de todo

hablan lo que saben

cuentan con que es relevante

también creo que es relevante

saludar a la audiencia

porque soy un autor varonil

dogmático e intolerante

de lengua viril

detecto los males de la humanidad

comunico lo evidente y rutinario

hay ropa que se lava seguido

y ropa que se lava más a lo lejos

 

 

FUGAZ

 

El sábado cambian la hora.
Hay besos fugitivos en las páginas de los párpados.
Nos embarcamos en el naufragio.
Sobrevivientes.
Aun quedan tormentas y claros amaneceres.
Calaveras sobre el estanque.
Voy a barrer el polvo de mi casa,
aunque se me caiga la nostalgia sobre la loza
recién quebrada.

 

 

ÉXTASIS

 

Has besado con pasión
la boca cruenta del cerdo.
Te mira desde su nariz chata
esperando
tu lengua metiéndose entre sus molares.
¡Cuánta dulzura
en el girar de las cabezas
en ese beso universal!
Acaricias la cuenca del ojo del chivato;
mientras,
sostienes entre tus dedos las gónadas.
Escúrrese el semen hirviente, que te llaga la memoria.
La vagina de la yegua se contrae,
humeando frente a tus ojos del más allá.
Jerusalén está demasiado lejos;
los ángeles cantan en tu interior
la danza macabra que entonaron
en las puertas de Gomorra
el día en que el cielo se iluminó
con tu nombre.
¡Oh, santificado!
Me estoy acariciando el corazón
al recordar el rostro extasiado del cerdo,
con sus cejas puestas en el asombro,
sintiendo tus labios recorriendo su hocico
y recibiendo el contagio.
La lengua se entretiene en ir desde la base
hasta la cúspide del erecto pene
cercenado.
La garganta produce más saliva
en la eterna escisión.
No metas los dedos demasiado fuerte:
te pueden dar de coces.
¡Qué suave te has lubricado las falanges infinitas
con las que recorres el anal sudor equino!
Gritaré: ¡alabada sea la estrella que me llevó a ti!

 

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