Luisa Marabolí: «Las dirigencias sociales jamás nunca habían salido en una película»

mayo 24, 2025
-

Antes de devenir en actriz, devino en dirigenta social. Oriunda de Playa Ancha, Luisa Marabolí se hizo conocida por interpretar a una versión casi no ficticia de sí misma que lucha por el reconocimiento de la longaniza de San Carlos en “Denominación de origen”, la película de Tomás Alzamora que se ha convertido en un éxito absoluto de taquilla. “Era como bizarra una película sobre longanizas”, comenta Luisa en esta entrevista, donde rescata lo universal de la trama. “Igual, a pesar de que uno fracase en algunas cosas, tenemos que buscar la forma de poder unirnos de nuevo y poder hacer cosas en conjunto”, dice.

Luisa Kiara Marabolí Barrientos, la protagonista de la película Denominación de Origen, no es de San Carlos. Es de Valparaíso, específicamente de la población Montedónico de “la República Independiente de Playa Ancha”, como dice. Nunca fue parte de un Movimiento Social de la Longaniza de San Carlos, pero suma años como dirigenta social en la Junta de Vecinos 139, como integrante del club de fútbol femenino de su comunidad y como monitora en los talleres de alimentación comunitaria de la Municipalidad. No le enseñó a leer al Tío Lelo ni a ningún longanicero de la Región de Ñuble, pero sí desarrolló la profesión de pastelera, como se observa en la escena en que prepara una torta para la comida del gremio de longaniceros, el clímax de la historia. A Luisa sí le gusta Violeta Parra y también Los Ángeles Negros, música que aparece en la película, y su relación con el arte se puede rastrear hasta sus años de juventud, cuando actuaba en carpas y espectáculos circenses, y hacía lip sync.

¿Qué es real y qué no sobre la Luisa, protagonista de la película chilena más vista este 2025?

Luego de su laureada presentación en el Festival Internacional de Cine de Valdivia 2024, el filme dirigido por Tomás Alzamora se convirtió rápidamente en un fenómeno cultural y de audiencias. El éxito de la cinta, estrenada el 24 de abril, ha sido tema de conversación en medios de comunicación, redes sociales y reuniones familiares, levantando distintas hipótesis para explicar su buena recepción, las que destacan, de manera transversal, el trabajo de casting que hizo posible que Luisa llegara a la cartelera. 

Cercana, verdadera y popular. El personaje de la Luisa es una versión filmada de sí misma, que explota algunos rasgos y esconde otros, pero su fe en la humanidad, en el colectivo y en la acción social son rasgos que cruzan la realidad y la ficción. “Yo soy kitsch. Me gusta la música cebollera, Los Ángeles Negros, la Myriam Hernández, me gusta pegarme puñaladas con Los Temerarios. Música más de ese tiempo, en realidad, que le cantaba al amor. Igual escucho lo de ahora, pero me gusta siempre escuchar más música de tiempos que hayan pasado. La canción ‘Y volveré’ es super apasionada, me encanta. Y la Violeta Parra me gusta. Es parte de nosotros. Era una persona muy inteligente. Cuando empecé a hacer talleres en el comedor yo no era maestra y ella, la Violeta, tampoco era maestra, pero igual enseñaba”, dice Luisa, al teléfono. 

La cinta transmite una cuota de pasión por sus proyectos, una vocación comunitaria, interés en el acontecer político y social, y una innata capacidad de liderazgo. En esas dimensiones profundiza en esta conversación con La Raza Cómica la ciudadana, dirigente y actriz del momento.

–¿A qué factor atribuyes el éxito de la película?

–Yo creo que porque no fue una película sobreactuada. Lo mejor que tenía, que yo creo que le gustó mucho a la gente, es que los actores no eran personas conocidas, y eso también lo hace novedoso para ellos, ¿me entiendes? Era como bizarra una película sobre longanizas, pero después la gente la entiende y se meten los personajes. Yo, te digo, he visto diecisiete, veinte veces la película, y las veinte veces me pongo a llorar. También les gustó el chilenismo, que es un idioma de nosotros mismos, los chilenos. Mucha gente pensó que a lo mejor íbamos a mostrar de la cintura para abajo, que iba a ser cómica, pero así, vulgar, pero en ningún momento se chupa una longaniza, no se muestra sexo, no se muestran ni besos. Y aparte que eso, desbloquea un poco la centralización y esta idea de que todo siempre se tiene que hacer en Santiago.
 

–Mucha de la promoción se ha hecho en redes sociales por gente joven, el boca en boca, los reels que comparten en sus redes. ¿Por qué crees que gustó tanto en los jóvenes?

–Ha tenido mucha fuerza. Aquí el marketing lo hizo la misma gente, porque mucha gente pensó que se le había pagado al Cesarito (youtuber Criticas qls). Acuérdate de que en el 2019 tuvimos un estallido social y muchos jóvenes se juntaron, se reunieron. Pero mucho joven quedó como, chuta, deprimido. Y esto igual le dio como una luz de esperanza para entender que igual, a pesar de que uno fracase en algunas cosas, tenemos que buscar la forma de poder unirnos de nuevo y poder hacer cosas en conjunto. Es como la enseñanza que te deja la película.

–La película parece una lectura alternativa del Chile de los últimos cinco años. Tú hablaste del estallido social. Luego estuvo el proceso constituyente, con un plebiscito en el que se impuso la opción del Rechazo al manuscrito. Aparecen paralelos: la injusticia como motor, el proyecto, el fracaso y volver a levantarse, ¿la película es una forma de contar la historia reciente de Chile también?

–También se puede tomar así. En realidad, no se pensó en sí en eso. Yo me metí en la película porque las dirigencias sociales jamás nunca habían salido en una película, ¿me entiendes? A no ser que sea, no sé, cuando se hace una sobre el golpe de Estado, pero no así en el reflejo de ahora, de la actualidad. Y si bien al principio era medio tirado a las mechas luchar por la longaniza, yo creo que a todas las organizaciones les pasa, inclusive hasta a Equeco (productora de la película) le ha pasado que de repente, chuta, todos se agarran de las mechas para poder ganar un proyecto para hacer una película, y te estás esperando dos años, tres años. Tenís que tener mucha suerte para que te den proyectos y lo que hace el Estado es que una compita con otras organizaciones, cuando no debiera ser una competencia entre organizaciones. Pasa con el Capital Semilla. Si tú ves, el Capital Semilla te dicen “ya, vamos a darle a la mujer, un Capital Abeja, Semilla”, y tú puedes participar, todo, pero solo una por región, ¿me entiendes o no? Pero son miles de personas las que postulan.

–La lógica del fondo y del concurso público. En la película se muestra muy claramente lo difícil que es juntar voluntades personales para avanzar colectivamente por un objetivo común.

–Eso mismo. Por eso, va más allá de una Constitución, va más allá de un estallido social: va en el manejo político que se está viviendo en estos últimos años, que han sido 30 años en realidad. Al principio la película se iba a tratar sobre un concejal, después Tomás me conoció y dijo “no, esto tiene que cambiar”, aparte de que ya estaba más como sentido con la cosa de la Constitución. Era mejor que fuera un núcleo de personas a un concejal, antes que fuera algo tan individual, porque la historia del concejal era de una persona más el asesor. Me gustó eso, porque en realidad en esta vida todo es política. Ya haciendo comida hago política. Ya dando una clase hago política.

–¿Te refieres a tu trabajo en el comedor comunitario?

–Yo estudié con gratuidad un Técnico en Gastronomía Internacional en el año 2016 y salí justo el año del Estallido Social, no me eché ni un ramo, y de ahí yo dije “de alguna forma tengo que poder devolver la mano”. Por eso le digo: de repente nosotros somos muy profesionales, pero se nos olvida que tenemos poblaciones ¿Cómo me di cuenta de eso? Fue una vez que una señora subió un video de una mujer, la señora Flora, que tiene 80 años, y estaba flaquita, y yo me puse a llorar y fui a su casa a verla. Hice un video en vivo y mucha gente me dijo que quería ayudarla y ahí me di cuenta de que yo podía ser un puente para darle ayuda a la gente que le faltaba. Lo de dirigente social me lo puso la gente. Yo solamente voy a alzar la voz abajo, ¿me entiendes? Porque no pueden ir cien personas abajo, para eso se supone que se saca a una directiva. Yo me considero como un pavo real, porque tengo la pura cara, pero cuando hablo abro las alas, muestro sus colores, sus matices, son todas las alas distintas y esas alas es la gente que me apoya desde atrás, que es mi población, las cabras del fútbol, de la Junta de Vecinos, del cerro. Acá yo juego a la pelota, estoy en la junta de vecinos, aunque con esto de la película he dejado un poquito de lado este tiempo. 

–¿Hay muchos problemas en el cerro?

–Playa Ancha es como independiente de Valparaíso. La Población Montedónico lleva más de 70 años acá y todavía no tiene basurero, todavía no tiene ni un letrero, mucha gente vive como en campamentos, y eso que es una población hecha y derecha de muchos años. Se hizo en la época del 70, cuando salieron las primeras cuotas Corvi, ni siquiera fueron tomas de terreno: fueron terrenos que la gente compró con esfuerzo, con trabajo. Valparaíso hace mucho tiempo que está con hartos problemas. En la ciudad, en general, hay harta crisis en el abandono. Es que mira, cuando llegó la protesta, Valparaíso igual quedó feo, pero Valparaíso ya estaba feo porque en realidad, si bien somos Patrimonio de la Humanidad, no entra plata. Los proyectos siempre se hacen Marina Mercante hacia abajo, desde Cerro Alegre a Avenida Alemania hacia abajo. Hay más de 50 cerros invisibilizados, que si no fuera por los incendios no se hubiesen arreglado. Yo veo que en Santiago todos tienen bonitas plazas, tienen basureros, tienen máquinas de ejercicio y aquí no hay nada. Por eso te digo: de repente está todo muy centralizado en Santiago.
 

–Supe que hiciste una campaña activa en Valparaíso por la opción del Apruebo en el primer Plebiscito Constitucional, junto a compañeras de Santiago y Valparaíso. ¿Cómo te sentiste después de esa derrota? ¿A qué atribuyes la victoria del Rechazo?

–Me sentí derrotada. No quería saber nada, porque imagínate acá, que nosotros con las chiquillas impulsamos un comedor y hablábamos con la gente. Mucha gente votó por miedo, porque supuestamente les iban a quitar los terrenos, que no iban a poder tener dos autos; se votó con pánico, con miedo. Se preocuparon de que los mapuches les iban a quitar la tierra, que iban a tener un puesto en el Senado, casi como que nos iban a echar a todos de Chile. Pero también la gente es así. Es algo de mentalidad. Recién le dije a un joven en otra entrevista “¿En qué has ayudado a tu población? ¿Conocís a la presidenta de la Junta de Vecinos?” y me miró y me dijo que no. Siempre dejamos que sea otro quien dé las peleas. Eso lo deja super claro la película, porque en realidad pasa en la población, pero pasa en todos lados.

–¿Cómo has llevado la relación con los haters?

–Igual hay algunos haters que te ponen cosas malas, pero a esas palabras no les doy importancia. No voy a caer en el juego de ponerte a discutir con gente. Si de 10 mil personas que te manden cariño, 10 te ponen cosas mala onda, ya da lo mismo. Es su pensamiento, yo no lo voy a hacer cambiar. No me voy a poner a pelear, yo soy feliz así como soy, nadie me va a decir lo contrario. Yo soy mujer así, me quiero así y listo, además siempre van a haber, así que no hay nada que hacer ahí. Yo por eso digo que tienen que morir como dos o tres generaciones para que esto cambie un poquitito. Tenemos que unirnos el ser humano bueno con el ser humano bueno y, al ser humano malo, tirarlo para los lados. 

–¿No has tenido problemas con Tomás por las entrevistas en donde tocas estos temas más políticos, en términos de difusión de la película?

–Me gusta, de trabajar con Tomás, que nunca me ha pauteado nada, ¿me entiendes? Yo, cuando voy a entrevistas, digo lo que siento como mujer, como ser humano. Algunos me han dicho “Chuta, no, no hable esto, no hable esto”, pero Tomás no tiene problema con eso. Por ejemplo, para aprovechar de decirte algo, igual hoy solo me tiene triste a nivel país lo que ha pasado en el último tiempo con las chicas a las que les han quitado sus beneficios, a la gente trans, porque en realidad te cagas la gente que es pobre, no la gente que tiene plata, porque la gente que tiene recursos manda a su hijo a un tratamiento igual, pero aquí a los que embarran es a la gente pobre. Es como cuando, años atrás, me acuerdo que a la ministra Helia Molina le quitaron el puesto porque dijo en una entrevista que en el barrio alto se disfrazaba el aborto de apendicitis, pero la pobre no puede abortar. Eso siempre ha sido así. 

–Fui a ver la película dos veces. La segunda invité a mi madre para el Día de la Madre. También fuimos con mi hija. A la salida de la sala estabas tú y fue muy lindo ver el cariño recíproco entre tú y la gente. Además, mucho público se parecía a mi familia: mamás, hijos e hijas, nietos yendo en familia al cine. ¿Cómo has recibido el cariño del público estos meses?

–Yo tengo mi corazón llenito. Cuando he ido al cine, aunque sea a una sala con 50 personas, me maravillo con la gente. Algunos con risa, otros con pena, gente llora, están las matriarcas que van con la familia o los jóvenes que las llevan. La gente quiere a los personajes. La gente te pide fotos. ¿Por qué no le voy a regalar un momento para sacarme una foto, si ellos fueron a apoyar la película? Imagínate que hemos llenado salas con más de 800 personas, dos veces, en Concepción, en el Teatro. Si tú vas al cine en una casa comercial, una película te sale arriba de cinco lucas, y si tú quieres comprar cabritas, ya tienes que estar mínimo con 20 o 30 lucas para dos personas, entonces es súper lindo que la gente esté haciendo ese esfuerzo, eso se agradece mucho, por eso yo le respondo a la gente, le comento, me saco fotos, les doy like. ¿Por qué no puedo responderles? ¿Por qué no le puedes darle un abrazo? 

RELACIONADOS