Falso Azufre: “Nos gustan las miradas peculiares sobre las cosas, cosas más pequeñas que grandilocuentes”

mayo 21, 2025
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Integrada por la diseñadora Constanza Barrios y la escritora Dana Lima, el proyecto editorial surgió luego de que ambas se conocieran en pandemia, en un taller virtual. Los gustos en común y la pasión por la lectura las unieron para levantar esta casa que lleva el nombre de un volcán fronterizo entre Chile y Argentina. En la sección “No sé por qué lo hago”, revisamos el flamante nacimiento de este proyecto que ha publicado poesía y ensayo, a los que pronto se suman narrativa y dramaturgia.

La foto de las editoras es de Leonardo Vásquez.

A este corpus se sumarán nuevas piezas. Falso Azufre llega a la próxima Furia del Libro con una novedad. Se trata de la novela “Jaulagrande” de la escritora Argentina Guadalupe Faraj. Jaulagrande es una base militar en la que el sol se apaga, los gansos rejuvenecen al comer basura y cada quien encuentra su destino, aun si ese destino no es más que un punto final. Lo que sucede allí escapa a los convencionalismos, pero está atado a leyes tácitas. De atmósfera espesa y un ritmo al que no le sobra ni le falta nada, Jaulagrande es una novela aguda, tierna, exacta y, sobre todo, penetrante, señala su reseña. 

-¿Cómo se conocieron?

Constanza Barrios (C): En un taller.
 

Dana Lima (D): En pandemia. Creo que la pandemia trajo muchas cosas bonitas, más allá de lo apocalíptico y sofocante que fue conocer gente a través de las redes y generar vínculos afectivos, que es lo que me pasó con Constanza. Nosotras estábamos en un taller, ella era  apoyo del tallerista y pegamos buena onda.

-Una cosa es conocerse, buena onda, pero otra cosa es hacer una editorial. ¿Qué les pasó? 

C: Nos hicimos bien amigas. Fue en parte porque Dana tenía un proyecto, yo tenía el mío y estaba a medio morir saltando. Hablamos y decidimos sacar adelante algo que no tuviera nada que ver con eso. 

D: Yo estaba intentando abrir mi propio proyecto, y una de las cosas que nos unió -que creo que es lo que une a todas las personas que les gustan los libros- es que nos gustaban los mismos libros, nos interesaban las mismas búsquedas dentro de la literatura. Nosotras siempre estamos buscando textos que tengan que ver con la experimentación, con salir de lo que son las estructuras o lo normativo dentro de la literatura, entonces, en esa búsqueda encontramos un punto en común. Y de hecho, el nombre Falso Azufre es por un volcán que está entre Argentina y Chile. Son esas cosas medio del inconsciente que después terminan teniendo un sentido. Hay mucho de eso, de las afinidades afectivas electivas.

-Y esas afinidades, ¿cómo es que se vierten en las decisiones editoriales que tienen? 

D: Leemos y nos mostramos. Vamos a sacar un libro que se llama Jaws de Xitlalitl Rodríguez Mendoza, que fue un libro que leí en un taller de Isabel Zapata, y le dije a Cono: “tenés que leer esto”, porque lo leí una noche y lo terminé. Se lo mandé y le encantó y decidimos gestionar para publicarlo. Entonces, nuestra forma de trabajo es como de amigas, más allá de que uno entiende que la editorial es un negocio, los libros se venden, hay un proceso industrial. Estamos intentando hacer procesos más manuales, y funcionamos así como: “mirá que lindo esto. A ver, lo veo. Me gustó, no me gustó”; y bueno, se conversa, se llega a un consenso.
 

C: Creo que Dana lee mucha más poesía que yo, entonces nos hemos encargado un poco inconscientemente de cada parte. Por ejemplo, de ella fue la idea de la colección de eco poesía, que es lo que estamos armando. A mí me gusta e investigo más sobre ensayo, pero siempre leemos lo que la otra manda.

-¿Cómo y en qué medida estos libros están aportando a esa mirada de catálogo?

D: Creo que los libros trabajan en un nivel, una búsqueda de la palabra y la textura de la palabra, y las formas de expresar ciertas cosas, si es que es posible, si es que el lenguaje alcanza para expresarlo, pero son libros que tienen búsquedas y que se van por caminos que por ahí no son tan -cómo decirlo- tradicionales. Eso es lo que nos interesa, es lo que estamos buscando. 
 

Para la Furia vamos con esta novela de ciencia ficción, y podríamos decir bueno, la ciencia ficción ya está bastante establecida, el género tiene ciertas normas de cómo funciona, pero esta novela no, entonces los libros que hemos seleccionado no están tan metidos en esa tradición del género.

-El libro de Tamara Kamenszain, “El eco de mi madre”. ¿Cómo es que llegan a ese volumen con el que iniciaron la editorial?

C:  Yo había comprado esos derechos antes de que muriera. Le gustaba a mis socios anteriores. Ellos la conocieron con Julieta Marchant, que pasa a Tamara en sus talleres. Por eso ella prologa ese libro. Bueno, le mostré a Dana y le gustó mucho.

D: Sí, es que es un buen libro para abrir un catálogo editorial, es un libro con mucha presencia en el mundo literario. También, el tema que trata es fuerte pensando en nuestra generación, en que nuestros papás están envejeciendo y que en algún momento nos puede llegar a tocar esa situación, entonces también pensamos en el tipo de lectores que tenemos, que es gente -esto no es tajante- pero sabemos que la mayoría de los lectores que tenemos son personas sobre los 20, que están terminando la universidad o ya terminaron, trabajan, entonces sus papás ya son adultos, cerca de ser adultos mayores.

-Otro de sus libros publicados fue el de Isabel Zapata, “Toda ballena es un país”, y es parte de una colección de Eco poesía. ¿Cómo describirían este libro?

C: Yo diría que es un poemario híbrido sobre animales.

D: Es también sobre la ética animal, cuestiona un poco lo humano y lo no humano, cuál es el límite o cuál es el valor que nosotros les damos en función a qué. Es un libro completamente experimental porque trabaja el ensayo científico, trabaja cartas, trabaja el poema como estructura, como en forma tradicional.

-Luego viene el de Laura, “Enciclopedia de las artes cotidianas”. ¿Por qué eligieron este libro bien peculiar en su planteamiento?

C: Yo la conocía de hace años por los ensayos que había publicado online, y una vez en pandemia tomé un taller de escritura con ella. De hecho, fue el taller con el que comencé a escribir de forma más seria y me gustó mucho como enseña, qué enseña, su visión. Y ahí hablamos y sucedió.

Tienen autores y autoras de distintos países latinoamericanos, por lo pronto Argentina y México. ¿Cómo definirían esta mirada más regional, que quizás se ha ido dando casualmente? 

D:  Hay cosas que a veces suceden sin tener una decisión; en la línea del catálogo se ha ido dando. Pero sí, creo que lo que une todos los textos es una mirada. Nos gustan las miradas peculiares sobre las cosas, sobre las cosas pequeñas más que las cosas grandilocuentes o más universales. Sentimos que todo lo que hay, todas las historias que se cuentan -reales o en ficción que vamos a publicar- tienen que ver esto, con una mirada muy peculiar.

Me gustan las historias de las personas comunes, como el caso de la novela que se publica ahora para La Furia, que es la mirada de un niño en un recinto militar. Luego, la obra de teatro que vamos a sacar después con Mónica Drouilly de Chile  consta de varias voces que hablan a partir de un hilo conductor que es la historia de una mujer con obesidad a quien no dejan subir a un avión por su peso.

Creo que una de las cosas que nos va a dejar el cine documental en un futuro es que vamos a poder tener una visión de la historia desde las personas que no pertenecen ni al poder ni los estratos sociales altos. Eso creo que es lo bonito también de elegir libros que hablan de pequeñas cosas, que van construyendo un imaginario cotidiano que es el que nos pertenece y del que somos más cercanas.

-Una de las características de su trabajo es el diseño, ¿cómo describirían esa parte?

C: Partí queriendo crear una marca, una identidad, pero se me fue a las pailas un poco, pero la idea original era que fuera brutalista, que rescatara y trabajara con lo mínimo. De hecho creo que algo de eso se traduce en que somos de trabajar con lo mínimo, con pocas tintas. Al principio trabajaba con la Times New Roman, pero después compré una que funcionaba mejor.

Estamos interesados en el diseño ecológico, en achicar mucho los márgenes, trabajar con pocas tinta, sacarle el plástico que es algo que no he podido hacer con todos los libros. En general trato de que el color represente el libro; por ejemplo, el de la ballena creo que funciona súper bien, el de Tamara también. Después de eso, lo que me importa es que se vean bien juntos.  

D: Algo bonito del libro de Isabel es que ha sido publicado en muchos países de Latinoamérica, y cada libro ha tenido su reinterpretación de cómo es la ballena en ese país. Nuestra ballena es una ballena de Magallanes, de la del frío de Chile.

-Una cosa de hacer libros y otra es que estos libros lleguen a la gente, a las y los lectores. ¿Cómo les ha ido con la circulación?, ¿cómo describirían esta llegada?

D: Es más difícil porque recién empezamos. Creo que para poder tener esa masividad necesitas más tiempo y más catálogo, más presencia. Pero, para ser tan pequeñas, nos está yendo bien. Sobre todo, nos encanta trabajar con los clubes de lectura. Creemos que son los espacios perfectos para que los libros comiencen a circular, porque también funciona el boca a boca, entonces hemos puesto énfasis, hemos hecho convenios con diferentes clubes como le Club de té, Sobremesa talleres, Von Refugio, que son grupos de lectura bastante conocidos acá en Santiago.

Tratamos de que los libros no sólo circulen en las librerías porque por ahí se pierde entre tanto libro, tanta oferta, sino que creemos que los pequeños espacios construidos, desde los afectos, hacen que los libros tengan otra llegada. Nos interesa eso más que vender. O sea, es necesario porque hay que sostener la editorial, pero hemos tratado de tener una visión más micro, por lo menos ahora que somos pequeñas.

-¿Qué aportes creen ustedes que trae Falso Azufre a este campo editorial en expansión?  

D:  Primero, desde los catálogos, por lo menos este catálogo que tratamos de armar con Cono, incluyendo la Eco poesía. Creemos que la literatura ha sido por siglos un espacio de una voz para ciertas cosas que por ahí sí se dicen desde otros discursos, que son más difíciles de asimilar o no son escuchados, entonces nos interesa, por ejemplo, este tema que es algo que personalmente nos toca, el cuidado de la naturaleza, el trato que le damos a los animales, buscar cosas que si bien nos gusten a nivel literario o estético, también tengan algo que decir. En el caso del libro de Laura, “Enciclopedia de las artes cotidianas”, es un libro que invita a detenerse en esta vorágine del día a día donde uno está hiperconectado,  corriendo para todos lados; ella te dice: “pará, mirá, prestá atención a esto, descansa tu mente”.

Nos gusta pensar que los libros que nosotras proponemos son libros que te ayudan a reflexionar un poco en medio de esta situación de hoy en día, con todo lo que está pasando a nivel mundial. Creo que es bueno y es saludable detenerse, pensar en otras cosas que no sea yo y mi situación.

C: A mí me gustaría decir que un libro es una puerta para iniciar conversaciones. A mí no me gusta decir que las cosas sirven para algo. Estoy en contra de eso, pero creo que sí sirve para discutir, para hablar, para reflexionar sobre las cosas grandes y pequeñas, porque creo que nosotras nos estamos concentrando más en las pequeñas.

D: Hoy más que nunca, con todo lo que está sucediendo a nivel de las redes sociales y  políticamente, los libros son un lugar seguro. El libro es un lugar donde uno puede encontrar un bálsamo y los libros de las editoriales independientes son fundamentales porque muchas veces no responden a ciertos discursos mercantiles que tienen las grandes editoriales. En ese sentido, siguen teniendo la libertad de poder publicar cosas que no creo son funcionales al sistema y esas cosas son importantes también conversarlas. Es importante que la gente las lea, las converse con un amigo en un club de lectura. La editorial independiente en general sigue siendo un espacio de resistencia.

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