octubre 22, 2021
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Chile despertó, pero aún no amanece,

reina el claroscuro,

y no sabemos si se está

en medio del crepúsculo

o la alborada.

 

Sombras se divisan inquietas

son zombis, sonámbulxs, insomnes;

que corren yendo de un lado a otro, torpes

en una carrera que no acaba de empezar

ni saben dónde termina.

 

No son monstruxs, pues habitan la noche,

desde tiempos inmemoriales

y almas pusilánimes, deambulan

fagocitan su clarividencia

en medio de las sombras.

 

Lxs sonámbulxs se enredan

en sábanas de miles de hilos

se arrellanan despavoridxs en sus camas

al oír dictado por su ego

“este es tu momento”.

 

Obedecen entusiastas

dando el salto fuera de su lecho

ansiosxs, sudorosxs y

cautelando que sea con el pie derecho.

 

Redactan revelaciones descubiertas hace siglos

proclaman asociaciones libres sin sentido

-y es que aún están dormidos-

caen escalera abajo

tutelados por el absurdo propio.

 

Anuncian seminarios de obviedades

berreando al mundo su despertar

mientras siguen dándose cabezazos,

contra el muro,

sus cabezas duras se oyen a lo lejos.

 

Tampoco ven el ridículo reflejo que proyectan

les consume la preocupación por su equipaje:

focos gigantes en sus bolsillos,

 palos de selfie enormes

y un sinfín de máscaras adecuadas al momento

de la performance de su vida.

 

Todo acontecimiento es registrado

deber de los insomnes en la penumbra

cada hecho personal

parte de la Historia con mayúscula

porque así se politiza.

 

La deformidad de la imagen proyectada

a nadie le importa, ya es histórica.

No se discute el embuste del individualismo

neoliberal de zombis que deambulan

dormidxs creyendo haber despertado.

 

Zombis que son ekekos con bártulos de ornamento,

insomnes tropiezan encandiladxs

al cruzarse con sonámbulxs que no ven

pues creen iluminar todo a su paso

cuando sus propios flashes les enceguecen.

 

Es raro quien brilla en medio de las tinieblas,

el éxito que se consigue en medio de la muerte

va teñido con colores propios

o pactos del inframundo.

 

Quien corre con ventaja en la hora cero

se desgarra internamente

pues invierte esfuerzos colosales

para amplificar la mínima luz del cielo.

 

Para ello, zombis,

sonámbulxs e insomnes

cargan con espejos de cuerpo completo

sobre sus espaldas,

para reflejar su luz propia y alumbrar al mundo

en medio de la penumbra.

 

Chile despertó, pero aún no amanece

hay quienes aún duermen

tranquilidad, silencio, templanza

confianza en un desenlace

conocido, deseado, construido

mientras la vanguardia anacrónica perece.

 

Del asombro de ser consciente

de que, tras la noche, hay otro día

hay quienes sueñan aún a estas horas

una vida posible, mientras la reparan

caminando lúcidxs por un sueño colectivo

que les sonríe cada mañana desde hace siglos.

 

 

 

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